domingo, 25 de abril de 2010

Ocaña


José Pérez Ocaña nació en Cantillana, un pueblo sevillano, allá por 1947. Desde pequeño no puso ningun impedimento a su homosexualidad mostrandose claramente como él era. Corrían años díficiles en general para España, pero especialmente duros en el entorno rural de Andalucía, por lo que tuvo que trabajar en el campo desde muy temprano. Más tarde, rondando la veintena cogería por primera vez una brocha, pero de las que llamamos aqui "gorda", porque empezó con su tio a trabajar pintando (blanqueando como decimos aquí) paredes.
El joven Ocaña fue siempre muy observador, le encantaba todo aquello que tenía un protocolo y una imagen grandilocuente. Le fascinaban de esta manera los entierros a la antigua usanza, los velatorios de plañideras, las reuniones de viudas o de "viejas del pueblo" como él las llamaba. La primavera era una de sus épocas favoritas, tenía una gran afición por las flores, por los coloridos, por las luces, por los cuerpos desnudos, por el aire... llegaba el verano y venían sus días grandes cuando el 25 de agosto su pueblo celebraba las fiestas de la Asunción Gloriosa.
El teatro fue otra de sus grandes pasiones, admiraba la obra de Lorca y los hermanos Alvárez Quintero;se extasiaba observando con minuciosidad las interpretaciones de su hermana mayor en un grupo de teatro local. También siendo jovencito empezó a pintar, sin ningun tipo de formación, sólo por placer y por dar rienda suelta y libertad al volcán creativo que tenía en su interior.
En 1970 cansado de la hipocresía social que encontró en sus entorno, buscando libertad y queriendo ampliar su actividad como artista marcha a Barcelona. Allí alternó su trabajo de pintor de paredes con su labor artística. Fueron años muy duro, pero por su personalidad pronto fue muy conocido. Organizó varias exposiciones, pero él no sólo fue pintor. Además organizaba lo que el denominaba "teatrillos", él se autodefinía como teatreo. Solía salir travestido y hacer actuaciones escandalosas llenas de folclóre con un puntito transgresor. Así hacía paseos por Las Ramblas, por la Plaza Real (donde residía), procesiones, cantaba por Juanita Reina, etc....
Fue su época dorada junto a los artistas Camilo y Nazario, los tres paisanos que se marcharon un día hacia Barcelona para despertar a golpe de pintura, abanicos y maquillaje a un país que todavía seguía inmerso en un letargo en blanco y negro, herencia del duro régimen anterior. Sus manifestaciones y desnudos integrales en plena calle le causaron grandes problemas, que él sabía sacar su parte rentable. Por escándalo público fue encarcelado en torno a 1976, este hecho motivó una de las primeras manifestaciones a favor de los derechos de gays y lesbianas, protestando en contra de su arrestro.
En 1983 un accidente en su pueblo natal le provocó la muerte. La versión oficial cuenta que en una fiesta infantil una de las bengalas que llevaba su traje de Sol prendió su disfraz, ocasionandole graves quemaduras que le condujeron a la muerte poco tiempo después. Hay otra versión según la cual, Ocaña iba vestido de Dama de las Camelias y fue un niño quien le arrojó una bengala.... Sea como sea, murió demasiado joven, entrando por la puerta grande en el mundo de los mitos. Su pintura es su ambiente, es él mismo. Las calles y el entorno popular de Cantillana, los cementerios, las viudas, los monaguillos, las flores, mujeres andaluzas, sus vírgenes, especialmente la Asunción Gloriosa y la Divina Pastora que colgaba sobre su cama y que veremos proximamente. "La Ocaña" fue un humanista, un filosofo y un antropólogo cuya teoría y visión de la vida queda reflejada en cada uno de sus cuadros.




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