Un día como hoy, hace 6 años, más o menos a esta hora (9:30) la policía detuvo a Patricia Heras en el Hospital del Mar porque llevaba la mitad de la cabeza rapada a cuadritos. Al Rodri, al Álex y al Juan los habían inflado a hostias y los paseaban de hospital en hospital buscando una máquina de rayos (para ver si les habían roto algún hueso de las palizas, cosa que sí había sucedido).
Yo dormía plácidamente en mi cama, ignorante de la que se nos venía encima. Desperté en un día como el de hoy, soleado, pero no tan frío. Ignoraba que mi vida no volvería a ser igual, que desde ese día habría de vivir con miedo a salir a la calle con mi cresta, que iba a desarrollar un pánico endémico a cualquier “cuerpo de seguridad”, y también ignoraba que ese miedo iba a transformarse, más tarde y especialmente tras el suicidio de Patricia el 26 de abril de 2011, en una rabia inabarcable.
Hoy salgo a la calle porque soy una guerrera, porque voy a luchar hasta el final para que cada una de las personas que han hecho posible este infierno paguen por lo que han hecho.
Dejo aquí un textito dedicado con toda mi mierda, esta mierda que llevo tragando 6 años, a todos ellos.
Ustedes señores y señoras artífices de este terrible crimen, lxs que escribieron los informes, lxs que redactaron las acusaciones, lxs que sin ningún tipo de vergüenza o humanidad mintieron para legitimar este asqueroso entramado de corruptelas e intereses políticos u obstaculizaron la verdad, todxs ustedes, algún día, desearán no haber nacido.
Puede que sea dentro de mucho tiempo porque la justicia ya está visto que no les hará pagar su crimen.
Pero no importa, porque nosotrxs, las víctimas de su montaje, no tenemos nada, pero tiempo sí. Y tenemos más que ustedes, posiblemente 20 o 30 años más.
Yo me encargaré de que no mueran tranquilxs en sus camas, como tantxs otrxs salvajes que la historia condenó pero la justicia no supo hacerlo.
Algún día (no muy lejano) serán viejitos y viejitas indefensxs, jubiladxs. El sistema que les protegió dejará de hacerlo con tanto empeño porque dejarán de serle útiles, les abandonará a su suerte con sus pensiones de funcionariado. Y después sus familiares les abandonarán también, en cualquier residencia barata. Ese día yo seré una señora pero mi rabia seguirá tan viva como aquel 4 de febrero de 2006 en que decidieron que nuestras vidas valían menos que sus mentiras.
Ese día, se lo prometo, desearán no haber nacido.
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