Cansadas de la jerarquía teórica que nos rodea cotidianamente dentro y fuera de nuestro entorno y que encontramos también en algunos movimientos activistas nos propusimos distorsionar las costumbres a través de otro canal que se desvinculara de la teoría.
Empezamos a experimentar con el cuerpo el desequilibrio que tenemos cuando se cruzan los límites de las estructuras.
Por ésto vamos a hablar de la fiesta.
Los planteamientos queer y del “saber situado” e insinuado en los cuerpos a partir de un proceso activista reivindicaban una revolución armada de lenguaje, droga, música y sexo.
Practicaban una micropolítica que se oponía al modelo tradicional de la política como guerra, proponiendo un nuevo modelo de política como relación, como fiesta, como comunicación, como autoexperimentación y como placer, modelo todavía vigente .
Creemos que, después de la primera fase queer de apoderamiento de un discurso fundado en el desafío, la realidad violenta, precaria, urbana hace evidente la necesidad de repensar las practicas de lucha de las minorías sexuales dentro un contexto post-colonialista, capitalista, codificado, occidental y nómada.
Ya no es suficiente la fiesta como estrategia política sino que consideramos la fiesta como campo de batalla. Comparamos la fiesta con la guerra, más bien nos sentimos en guerra en cada momento.
Por tanto, hay que preguntarse: ¿Cuáles son las estrategias a utilizar contra un planteamiento abolicionista de la fiesta?
Siempre se ha pensado en la “fiesta” como medio de evasión de los verdaderos problemas.
Siempre se ha vivido la fiesta como la diversión de lo cotidiano, algo frívolo que hay que relegar a un tiempo libre, de ocio y a un sitio en concreto que no se mezcle con el fluir del tiempo de producción. Un espacio entre paréntesis que paradójicamente tiene gran importancia como momento de desahogo y descanso para mejorar los tiempos de productividad y rendimiento.
Cuando éstos dos espacios se solapan y el tiempo de la “fiesta” se dilata, entra el sentimiento de culpa, cargado de moralismo, renegando de la fiesta y como consecuencia, dentro de la lógica del perdón, aumenta la eficacia laboral como el sistema nos ordena.
La lógica del “producir” que nos normativiza es sencilla:
“Produce a un tempo x, descansa y descarga momentáneamente, siéntete culpable por un tiempo y y vuelve a producir en la mitad de tiempo para recuperar el tiempo perdido”.
Ésto es lo que nos pide el bio-poder.
Y en esta culpabilidad entra la necesidad de desintoxicarse… ¿Pero, de qué? Cada día nos intoxicamos de “normalidad”. ¿Acaso, cuándo se nos cruza el cable no notamos un residuo de moralidad, ¿Es que no hay todavía un residuo de ganas de ser aceptado en esta sociedad?
Puede ser que la fiesta con su carga de ruptura temporal sea una bomba que nos muestra cuán hijos de éste sistema somos?
Ahora, ¿ cuáles son las batallas que queremos afrontar?
- Contra el control del deseo y de las relaciones: la monogamia
- Contra el control del tiempo: ocupado - libre / producción - descanso
- Contra el monopolio de la organización de las fiestas.
- Contra la instrumentalización de las drogas.
- Contra la fiesta vivida como momento efímero, olvidable y sustituible, todos hemos sido un polvo de repuesto.
- Contra la moderación: ¡¡¡si tengo que palmarla pues reviento yo!!!
Reivindicamos y proponemos:
Primero: tomar conciencia de que la fiesta es una guerra donde entramos en conflicto con nosotras mismas, con los demás y con todas las reglas de comportamiento e interrelación. Donde se enfrentan los miedos, donde se viven las violencias y las guerras que la buena educación occidental capitalista ha creado a partir de una codificación total de los deseos.
Segundo: crear otros espacios donde la palabra no tenga el monopolio, donde se borren las fronteras del los discursos dialécticos .
Tercero: la necesidad de la fiesta como ruptura del concepto monogámico de propriedad privada y de posesión. Las prácticas promiscuas como superación de los mecanismos relacionales de celos capitalistas.
Cuarto: vivir la fiesta como una batalla donde la orgía es un acto político armado y sus municiones son los dildos granadas, los butt plugs balas, los dildos dobles porras. La utilización de símbolos de guerra para activar la deconstrucción de la idea de cama heteronormativa capitalista y la necesidad urgente de pervertirla y destruirla .
Las estrategias que proponemos son un plan de ataque armado de:
Proceso continuo dentro y fuera de la fiesta (te espero fuera….)
Si el poder utiliza las drogas en la guerra como forma de empoderamiento de los soldados, y por otro lado la ilegaliza, nosotros la utilizamos para nuestra propia guerra que prevea el choque de los cuerpos en la promiscuidad de las fiestas.
Mientras el soldado toma droga para enfrentarse al peligro de la muerte, nosotras, nos drogamos conscientemente para arriesgarnos más a vivir nuestros propios miedos e inhibiciones en las relaciones.
Follar en las fiestas es experimentar la sexualidad colectivamente, de manera publica y cómplice; compartiendo flujos, olores y ocupando el espacio con una sexualidad que subvierta los esquemas de lo cotidiano, que marginan la sexualidad en la jaula de la intimidad.
Significa utilizar otros sentidos distorsionando los lenguajes de la visión y de la palabra, dando cabida a lo que es cuerpo en estado bruto con sus carnes y sus químicas.
Promiscuidad como condición de posibilidad de un deseo que supera el concepto monogámico de propiedad privada y de posesión .
Las prácticas promiscuas como superación de los mecanismos de celos capitalistas.
Autonomía y autogestión de la fiesta, siendo imprescindible facilitar el acceso, económicamente hablando.
“ Riesgo-muerte”: el peligro como forma de conciencia de la obscenidad de la fiesta.
Dejar fluir el deseo en su forma más instintiva e impulsiva sin reprimirlo ni encajarlo en falsas estrategias de sublimación consolidadas y consoladoras. Vamos seduciendo e importunando la decencia, lo conveniente y lo oportuno.
En fin, apropiarse de la simbología del conflicto para apoderarse de un sentir común que nos sitúe en la realidad de lo cotidiano.
La violencia de estado empieza en las camas, en las esquinas, entre bites. Creemos que sea necesario reconocer el conflicto, ubicarse dentro del conflicto y armarse.
Necesitamos planes de ataque, crear nuevos espacios donde la incertidumbre cree nuevas dinámicas corporales y héticas donde los cuerpos busquen otras formas de conocimiento y otros lenguajes, hasta que los miedos se conviertan en morbos.
OTRAS INTERVENCIONES:
-Transfeminismo ético y coherente. DIANA Pornoterrorista
-¿Cómo se construye un punto de vista transfeminista? HELEN laFloresta
¿qué es trans y qué es Feminismo en Transfeminismo?